Lo que me gusta y lo que habría cambiado de Oblivion Remastered tras sobrevenir una semana reviviendo uno de los RPG de capricho más importantes de la historia. Descomposición – The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered

Oblivion es uno de esos juegos que me es irrealizable separar de la nostalgia. Me pilló en un momento consumado como atleta, en que tienes una ingente cantidad de tiempo osado para, simplemente, perderte en su mundo. Por eso le tengo un cariño incluso aún anciano que a Skyrim, pese a que le reconozco a la sucesivo obra de Bethesda todas las mejoras que logró incluir en su sucesivo Elder Scrolls. Creo que muchos que juguemos a este Oblivion Remastered nos pasará lo mismo. Sencillamente, no podemos separar la obra de nuestra memoria, pero al menos el equipo de Virtuos ha rematado que se vea como en nuestros memorias.

El puesta en marcha me sigue estremeciendo. Esto no ha cambiado porque la música de Jeremy Soule sigue siendo tan potente como lo fue antiguamente. En ese momento que aparece el menú y el logo o la propia intro, en la que me sigue recorriendo un estremecimiento cuando Uriel Septim termina su discurso con las palabras «y mis últimas horas de vida» y la música se eleva. Todas y cada una de las veces emociona.

Así fue, y así es Oblivion. Es extraño retornar a él en esta remasterización que, para ser exactos, creo que deberíamos conversar más de un remake visual. Pero entiendo por qué han preferido el término remasterización. No hay duda de que Cyrodiill se ve como nunca, la cantidad de detalle puesto en cada uno de sus materiales originales es demencial, y la luz lo baña todo con una calidez que le da un aspecto como siempre quisimos ver esta región. Porque Cyrodill tenía la particularidad de estar en el centro del plano de Tamriel, con un clima más templado que Skyrim y, a la vez, aprovecharse un poco de las características únicas de cada región que le rodea. Ya anticipábamos cómo sería Skyrim simplemente yendo a Calígine, mientras que la obra élfica se deja ver en ciudades como Chaydinhal para los dunmer o Skingrad para los altos elfos. A su vez, las ciudades más imperiales tienen ese aspecto de obra gótica occidental y tradicional.

Resucitando un clásico de los RPG

Ver todas estas ciudades tan queridas a esta calidad es un ostentación, pero además un choque con la ingenuidad. Y es que decía ayer que esta nueva publicación ha preferido ser cauta y llamarse Remastered porque, en el fondo, no hay ningún añadido. Todo se ve mejor, pero todo está como lo recuerdas. Las ciudades no están superpobladas como se haría en un descanso de 2025, ni abarrotadas de edificios. Es poco que se nota en la propia Ciudad Imperial, cuyos altos muros protegen a una población muy escasa que choca más hoy que lo que lo hacía en 2006.

No lo digo tanto como crítica, sino como proclamación de intenciones. Virtuos no ha querido tocar, o más perfectamente retocar, demasiado. Quiere devolvernos a Oblivion tal como fue, pero con un lavado de cara original. Así que todas sus rarezas y asperezas están presentes. Desde esos barridos de cámara locos al conversar con cualquier NPC, su menú tan atún como no siempre práctico, las rutinas de sus habitantes o ese combate tan característico de la clan, más aún en su época. Si lo coges todo por separado, la verdad es que cualquiera podría pensar que es un descanso raro. Incluso que no entiende el éxito de la clan. Pero es en esa suma de sus partes donde Oblivion brilló y además lo hace ahora.

Tiene una tacto única, casi mágica, de enlazar sus misiones, de forma que una cosa lleve a la otra y se fomente uno de los conceptos más poderosos que puedes tener en un videojuego: la sensación de descubrimiento constante. Por el camino siempre encontrarás una cueva nueva sugerente, una trampilla oculta, una interruptor que desbloquea una puerta a quién sabe dónde. Y en esos lugares siempre hay una historia que contar y que descubrir. Un fortuna quimérico. Un NPC que guardaba un secreto inconfesable. Una nueva delegación que añadir a tu diario. Es estupendo como ya entonces, y poco a poco, el descanso iba tejiendo su hechizo sobre el atleta y, ayer de que te des cuenta, han pasado 100 horas y tienes la sensación de que todavía no has hecho nulo.

Oblivion fue muy épico para su lapso. Se le notaba la influencia cercana del estreno de El Señor de los Anillos y además de Dragones y Mazmorras, ayer de dar paso a estilos de capricho más oscuros y modernos. Por ello, quizá no todas sus misiones fueran tan intrincadas narrativamente, pero todavía hay algunas que quedan para el memoria por su planteamiento innovador y las ganas que tenía de sorprender, como una delegación en la que te metes en un cuadro, un ocultación que resolver a lo whodunnit encerrados en una casa (y no diré cuál es el locución), meterte en las pesadillas de un hombre mortecino, atracos, desapariciones… se atrevía con todo.

Y Shivering Isles, expansión que adjunto a Caballeros de los Nueve vienen incluidas en esta remasterización, transformó el circunscripción a un oportunidad aún más salvaje, botarate y excéntrico que Cyrodiill. Su historia principal es más solemne, comenzando contigo como un clásico prisionero que tiene un gran destino por delante, y siendo el encargado de polemizar con la invasión daédrica que viene más allá de los portales de Oblivion que se están abriendo por toda la región.

Recorrer de nuevo Cyrodill sorprende, como decía. No solo es un trabajo espléndido de renovación de assets, sino que notas muchos detalles, como la cocaína que se posa en los personajes, los grandes mercancía lumínicos tanto en mazmorras como con el ciclo día y incertidumbre… Las ciudades más hermosas del descanso lo son ahora aún más y las distancias por fin tienen la capacidad de dibujar aquello que el innovador no podía hacer, que fue uno de los desafíos del descanso de 2006; al menos sin mods, claro. Pero, como digo, no debes esperar más de la cuenta. Sus mazmorras siguen teniendo prácticamente las tres plantillas de cueva terrosa, tumba de piedra y templo élfico, y sus habitantes además poseen rutinas más simples.

Pero lo exquisito no es un problema en inmutable; es sugerente y creo que al final sí consigue representar perfectamente la región, aunque la paleta sea más apagada que los verdes intensos y el exceso de bloom del innovador. Un bloom que hasta afectaba a los personajes demasiado. No solo ahora la luz es más natural, sino que sus caras además lo son. Puedes seguir creando engendros, pero al menos los NPCs lo son menos y tienen facciones más coherentes. Encima, las razas más exóticas como los argonianos o los khajitas lucen mejor que nunca.

Problemas técnicos de Oblivion Remastered

Ahora perfectamente, técnicamente no puedo conversar tan positivamente. Lo que me he antagónico en esta remasterización es un descanso excesivamente demandante. No tiene sentido la exigencia de sus opciones gráficas en PC, que conforman una experiencia harto irregular. Incluso con una RTX 5080, he tenido que descender las especificaciones, aunque siquiera ha habido una gran mejoría y sobre todo he tenido que desactivar el Lumen por hardware para usar la lectura por Software para, aún así, usar un escalado a 4K con DLSS Prudente. Y todavía en estas circunstancias, los momentos en el mundo hendido y ciudades tenían un framerate inestable y muchos tirones.

Esto es poco que comparte además con la lectura de consolas. En los interiores y mazmorras la cosa ha ido mejor, por supuesto, pero claramente hay un problema de optimización que espero que Virtuos refine más pronto que tarde en presencia de una de las tasas de frames más oscilantes que he gastado nunca.

Sobre todo porque, adicionalmente, estamos hablando de un descanso cuyo principal deslizamiento técnico sigue siendo la fragmentación de su mundo en cargas constantes que ocurren tras cada puerta. El descanso es capaz de cargar una ciudad entera, pero tras entrar en una casa, necesita de varias transiciones si bajas por una trampilla o vas a otras zonas si el interior es ínclito. Entiendo que mejorar esto habría sido difícil para eliminar las cargas, pero al menos muchas de ellas podían deber sido muchísimo más rápidas de lo que lo son. Me detengo en esto porque es una de las principales molestias que he tenido en mis horas de descanso adjunto a los tirones al acercarse a un punto caliente del plano.

Por contra, las mejoras de calidad de vida son muy agradecidas. Creo que mucha masa estará encantada de los ajustes que se han hecho con la cámara en tercera persona, una de las más jugables de todo Elder Scrolls, pero que aun así sigue sin ser la óptima para todas las situaciones, especialmente en el combate. Los controles modernizados le sientan francamente perfectamente y el anciano problema lo he tenido al querer respetar al mayor el menú. Y lo entiendo, porque el menú de Oblivion es mítico. El lavado de cara que le han hecho lo respeta al mayor, modernizando su estética, pero es poco engorroso a la hora de resolver un gran inventario y configurar constantemente los atajos.

El combate en sí además ha recibido algunos ajustes, y se nota. Es más reactivo y sus animaciones se comportan de una forma en que parece que positivamente están blandiendo una espada contra un enemigo, en vez de sacudirla por el céfiro. Hay detallitos muy interesantes, como una nueva esquiva cuando tienes suficiente agilidad o un corte que ahora es mucho más utilitario y físico. Sigue habiendo machaqueo de botonadura hasta ver qué vida se acaba primero, si la tuya o la del enemigo, pero ahora hay más opciones para pelear perfectamente, sobre todo en el uno contra uno. Ah, y en cuanto a la exploración, menos mal que se decantaron por añadir un sprint, porque no sé qué habría hecho sin él.

Novedades de Oblivion Remastered

Uno de los aspectos más polémicos que tuvo Oblivion fue el optar por un autonivelado salvaje. Era demencial, la verdad, ya que veías cosas tan absurdas como enemigos básicos todopoderosos o los famosos bandidos callejeros con armaduras daédricas para igualarse a tu nivel. Encima, la podías trastornar harto con las estadísticas, haciendo que todo estuviera más a honra de los enemigos aunque tuvieran tu mismo nivel. Virtuos ha corregido algunos de estos problemas del autonivelado, por ejemplo, haciendo que el nivel dependa más de tus habilidades principales y secundarias, obligándote a nominar entre tres habilidades a la hora de repartir tus puntos….

Incluso se ha permitido retocar algunas misiones y armas para que se ajusten más al momento de la historia que a la crecimiento del atleta. Me he antagónico con algunas misiones que han supuesto un desafío, incluso teniendo que retornar más tarde, y así además se aseguran de que una poderosa espada específico lo será más tiempo y no queda sobrepasada por una simple daga. No es un completo rediseño, pero sin duda se agradece. Aún así, es comprensible que haya quien sienta Oblivion Remastered como una oportunidad perdida de deber hecho un remake de verdad, ofreciendo un trabajo más concienzudo a la hora de renovar sus sistemas principales.

Hay bugs, por supuesto, hasta estos han sido remasterizados. Sigue siendo Oblivion y eso ninguna reimpresión lo va a cambiar. En común la experiencia es fluida y pulida, pero, como siempre, hay momentos en lo que tienes la sensación de que poco se ha roto, que ese personaje no te sigue y te encomiendas al Santísimo para que no te rompa la delegación. He gastado otros nuevos, incluso, como algunos visuales que ocurren con la ropa, y por supuesto, siguen las estrambóticas situaciones que pueden sobrevenir en cualquier momento al interactuar unos sistemas con otros, pero de eso casi que nos alegramos que siga igual porque siempre son graciosas.

Ha sido impresionante retornar a Cyrodill de esta forma, la verdad. Virtuos todavía tiene trabajo que hacer porque una cosa es que el descanso se vea atún y otra que demande tanto de nuestros PCs. Hay que seguir refinando y optimizando. Pero en cuanto al descanso en sí, es el mismo Oblivion de siempre, ahora vitamínico. Si lo jugaste, te va a atizar musculoso la nostalgia, no hay duda. Todavía notarás que el tiempo ha pasado un poco por él y que más de lo que recordabas fue arreglado y mejorado en Skyrim. Pero además es verdad que su hechizo sigue oculto. Solo hace errata echarle unas horas para retornar a perderte en sus bosques y mazmorras. Para darte cuenta de cómo ese hechizo que te atrapa irremediablemente se vuelve a formar, vigésimo primaveras luego. Sin duda, ese es el secreto mejor guardado de Bethesda.