Una vez superado el impacto de gráficos y mecánicas, la razón por la que The Last of Us se grabó a fuego en nuestras cabezas fue su historia. Como igualmente demostró la ajuste de la serie de HBO, la empatía frente a lo ocurrido a Joel y Ellie ha servido para teorizar y forcejear sobre qué habríamos hecho nosotros al final del primer articulación y la primera temporada. Sobra afirmar que, si no conoces al completo la historia de The Last of Us, te invitamos a hacerlo ayer de continuar.
Agobiado por el debate hasta el punto de examinar que la ciencia del articulación era «un poco endeble», Neil Druckmann confirmaba en una fresco entrevista para el podcast de Last Stand Media que el sacrificio de Ellie para desarrollar una cura sí era viable: «Nuestra intención era que los Luciérnagas pudieran poseer hecho una cura». Hay quienes defienden que conocer esa parte de la historia la empeora, que en esa anfibología estaba parte de la disposición de la valor de Joel, pero incluso sin esos datos en la mano, lo propuesto por los médicos de los Luciérnagas ya era un total sinsentido desde el principio.
La intención de Neil Druckmann no era otra que retozar con los límites éticos de la aventura para darle sentido a la historia y, aún en veterano medida en la segunda entrega, intentar aleccionarnos sobre cómo no dudamos en traspasar cualquier vírgula roja por razones puramente egoístas. Frente a la certeza de perder a Ellie para desarrollar una cura, Joel decidió defender a la que para entonces ya consideraba su hija. Sin incautación, más allá del citado debate sobre la moralidad de sus acciones, poco alrededor de lo que indudablemente nos empujan el articulación y la serie, cualquiera con unos conocimientos mínimos sobre cómo funciona una enfermedad y el crecimiento de una cura habría hecho lo mismo. Y puedo demostrarlo.
A continuación revisaremos desde una perspectiva científica cómo funciona el hongo actual en el que se inspira The Last of Us y por qué todos los infectados a los que mataste en el articulación seguían siendo humanos plenamente conscientes de lo que estaba pasando. Analizaremos la posibilidad de desarrollar una cura a partir de una persona inmune como Ellie. Y nos asomaremos a los protocolos reales detrás de la investigación médica de una pandemia para intentar comprender cuál debería poseer sido el plan de los Luciérnagas desde que se descubre a un paciente inmune hasta que se desarrolla una cura viable.
El hongo cordyceps de The Last of Us
En 2007 el celebrado documental Planeta Tierra daba a conocer al mundo uno de los fenómenos más extraños de la naturaleza. En uno de sus capítulos se daba a conocer el hongo cordyceps, un parásito conocido popularmente como «hongo zombi» por su capacidad para infectar organismos, principalmente hormigas, y controlar su comportamiento. Tras invadir al insecto, el metraje mostraba cómo lo obligaba a subir a una planta para, aprovechando su categoría, terminar el ciclo esparciendo sus esporas para infectar a otros.
De aquellas imágenes nace la inspiración de Neil Druckmann para The Last of Us, que trasladaría el cordyceps hasta un marco ficticio en el que la infección terminaría afectando a los humanos. Pese a que en la vida actual no hay cero que temer porque los hongos no serían capaces de prosperar en la temperatura interna de nuestro cuerpo, la idea de dar forma a una pandemia capaz de convertir a nuestra civilización en una horda de zombis era demasiado jugosa para dejarla escapar. Más aún cuando el uso de ese caso actual, de trasladar la relación entre hongo y hormiga, aportaba el realismo necesario para impactar aún más.
Aunque articulación y serie evitan tocar ese detalle, cinco primaveras posteriormente del emanación de la primera entrega un estudio realizado por entomólogos elevaba ese impacto a un nuevo nivel. Tras analizar el comportamiento del cordyceps descubrieron que el hongo no destruía el cerebro de la hormiga, sino que formaba una red de células fúngicas a través del cuerpo para controlar los músculos periféricos y moverlo a voluntad.
Las implicaciones de ese detalle son enormes porque, en palabras de los mismos científicos, «la hormiga termina su vida como prisionera en su propio cuerpo. Su cerebro sigue en el asiento del conductor, pero el hongo tiene el volante». Si aplicamos esa máxima a The Last of Us, la existencia es que todos los infectados a los que nos enfrentamos actúan en contra de su voluntad siendo plenamente conscientes de lo que está ocurriendo, tanto del peligro que representan como de la violencia que ejercemos contra ellos.
Sin incautación eso nos lleva a otra máxima que sí se mantiene tanto en el articulación como en la serie y que va a sernos de gran utilidad más delante. Tal y como ocurre en The Last of Us, el hongo necesita ocupar por el cuerpo para alcanzar ese nivel de control hasta que el cuerpo ya no puede encarar resistor. Es precisamente esa requisito de ocupar en gran medida y a gran velocidad lo que nos traslada hasta lo crucial del nivel de exposición al hongo y, de rechazo, igualmente a entender la inmunidad de Ellie.
La explicación científica a la inmunidad de Ellie
Tras el estudio en profundidad de la infección del cordyceps en hormigas se demostró que la dosis de exposición a las especies resultaba crucial para respaldar la infección. En dosis muy bajas el sistema inmunitario de la hormiga puede montar a eliminarlo por completo y, en caso de cruzarse con una hormiga ligeramente infectada, un rama de compañeras la tomará por la fuerza y la llevará a un puesto apartado para evitar un posible contagio. Quienes participen en ese sacrificio nunca volverán al hormiguero.
Tal y como el capítulo final de la primera temporada de la serie de The Last of Us dio a conocer, la inmunidad de Ellie nace de que su raíz fue mordida poco ayer de dar a luz. Al cortar el cordón umbilical rápidamente, una mínima parte de la infección pasó al bebé de Ellie y, tal y como ocurre en el caso de las hormigas, la exposición fue lo suficientemente pequeña para que no pudiese comportarse sobre ella. No sólo eso, tal y como ocurre con las vacunas, esa mínima dosis sirvió para que su sistema inmune desarrollase una tolerancia al hongo.
Es importante destacar que, al menos en la serie, no se proxenetismo de un caso incidental. Al infectarse a la población a través de productos alimentarios contaminados, principalmente harina afectada por el hongo, hay quienes esquivaron el cordyceps desarrollando igualmente cierta inmunidad al enfrentarse a una mínima exposición como en el caso de las hormigas. Tanto en el caso del fenómeno del comienzo de Ellie como en el de esa dosis pequeña, el mundo actual nos ha asomado a casos similares con individuos resistentes a ciertas epidemias, lo que resulta primordial para lo que viene a continuación.
Conociéndose y habiéndose estudiado ampliamente cómo casuísticas situacionales o mutaciones genéticas han provocado una inmunidad natural a una infección, ¿cómo ha actuado la ciencia frente a ellas? O dicho de otro modo, ¿podrían los expertos disfrutar la inmunidad de Ellie para crear una cura? Pese a los matices de esa respuesta al trasladarla hasta lo ocurrido con los Luciérnagas, Neil Druckmann está errado y en lo cierto, todo a la vez.
Desarrollando una cura al cordyceps de The Last of Us
De las implicaciones morales y éticas detrás de la valor de Joel ya hablaron extenso y tendido nuestros compañeros de VidaExtra. Precisamente allí nos recordaron a qué se enfrentó el doctor Jerry Anderson, un envejecido conocido ahora con mucho más peso para quienes jugaseis a The Last of Us: Parte 2 o quienes hayáis gastado la segunda temporada de HBO. Entre los coleccionables del articulación se da a conocer que Anderson descubre que los antígenos del cordyceps están elevados tanto en raza como en el transparente cefalorraquídeo de Ellie, pero que no hay crecimiento fúngico en las regiones límbicas.
Es afirmar, que Ellie está infectada con el hongo, pero ha desarrollado una respuesta inmune que impide que este se extienda por su cerebro afectando al sistema límbico capaz de controlar emociones, memoria y conducta de supervivencia. Anderson llega a la conclusión de que la respuesta a esa inmunidad está en su cerebro, y que para poder estudiar esa muestra y desarrollar una cura el proceso inevitablemente pasa por arruinar con su vida.
Y puntual ahí, tras una novelística apoyada en los límites morales capaz de extraer lo mejor de la existencia para dar forma a su ficción, la historia de The Last of Us se viene debajo por poseer construido un rascacielos apoyado sobre un mondadientes. Ningún verificado o médico, menos aún un equipo hábil capaz de crear una vacuna, optaría por matar al único sujeto inmune. No es sólo que quede completamente alejado de cualquier techo ético, es que se proxenetismo de una valor peligrosamente apresurada que no sólo actúa sobre la vida de Ellie, sino igualmente sobre las posibilidades de crear una vacuna.
Las propias notas de Anderson indican que era la primera vez que se enfrentaba a un caso como el de Ellie, por lo que no tenía datos previos para guiarse y, en su obsesión por encontrar una cura, estaba a punto de romper con cualquier dialéctica capaz de manejar a la humanidad alrededor de su salvación. No es sólo que un único equipo de médicos aislados lo tenga muy difícil para desarrollar una vacuna con medios escasos, ahí entra la suspensión de incredulidad de ese costado de la ficción. Es que su deshonor era una valor sociópata y desesperada sin cojín científica que Joel hizo muy proporcionadamente en frenar por distintas razones.
El protocolo actual de investigación en una pandemia infecciosa
Más allá de que lo ético pasaba por avisar a Ellie de su sacrificio y pedir su consentimiento, en la opción de matar su vida por el proporcionadamente global Anderson parte de una cojín errónea. Desconocemos qué iba a hacer con la muestra extraída de Ellie, pero sin conocer lo que había motivado la inmunidad o realizar más estudios, la única alternativa válida pasa por un proceso de investigación y error en el que exponer células humanas al extracto para comprobar su resistor. Una vía de acto en la que la muestra puede terminar deteriorándose y perderse cualquier posibilidad de encontrar una cura.
Lo correcto, tal y como requiere la investigación y crecimiento de una vacuna, pasa por distintos pasos que, lamentablemente, la ciencia conoce a la perfección. Enfrentándose a virus como el VIH, el Ébola o el fresco coronavirus, la comunidad científica ha desarrollado una serie de pasos fundamentales para obtener un tratamiento o el crecimiento de una vacuna.
La investigación básica auténtico pasaría por proteger a Ellie a toda costa. Tras 20 primaveras lidiando con el cordyceps, la muchacha acaba de convertirse en un sujeto de estudio valiosísimo que permitirá analizar sus anticuerpos y células inmunitarias a través de múltiples intervenciones menos invasivas como descomposición, escáneres y punciones. Con los datos suficientes saltaríamos a las teorías, formulando posibles hipótesis de concierto y ensayos iniciales en ratones inmunodeprimidos hasta alcanzar lo que se conoce como la evidencia de principio. La demostración auténtico de que un nuevo tratamiento es viable y cómodo.
Tras ello llegaría el crecimiento de la vacuna, los ensayos clínicos de distintas fases destinados a respaldar que la vacuna salva más vidas de las que puede montar a poner en peligro, y por extremo una producción masiva cuya provisión para implementarla de forma entero sería un desafío hercúleo. Con todo eso en cuenta, resulta más comprensible de entender cómo Joel, o cualquiera con un intrascendente conocimiento verificado, se opondría completamente a los planes de los Luciérnagas en caudillo y Anderson en particular. En las escasas garantías de éxito y el tiempo que requiere todo ese proceso, está otra de las razones que empujarían a tomar esa valor.
Creando una cura en The Last of Us de la forma más realista posible
Tengamos en cuenta que, desde un punto de pinta realista, las posibilidades de éxito frente a una vacuna son tan escasas como lentas. Tras ser descubierto en 1976, el virus del Ébola no obtuvo su primera vacuna aprobada hasta 2019, el VIH lleva más de cuatro décadas sin una vacuna efectiva, e incluso en un caso extremo como el de la pandemia del COVID-19 se tardó un año, un récord histórico, en desarrollar una vacuna.
Sin incautación incluso ese extremo caso es una rara avis porque hablamos de un virus ampliamente conocido y estudiado que, encima, contó con medios ilimitados y una colaboración a nivel mundial para el crecimiento de la vacuna. Ausencia que ver con la situación del cordyceps. Aplicando un protocolo realista al caso de Ellie en The Last of Us, los pasos serían los siguientes:
- Día 1: Ellie es apartada de todo lo que pueda poner en peligro su seguridad, incluido Joel, y se inicia una depósito de pruebas no invasivas que consisten en descomposición de raza, inmunológicos y cultivos de cordyceps.
- Mes 1: tras días de pruebas, el equipo ya cuenta con datos iniciales para entender la inmunidad de Ellie, que se comparte mediante radiodifusión con cualquier otro instalación para dar a conocer los resultados a otros científicos que puedan sumarse a la colaboración. Los próximos meses se pasarán recolectando muestras de infectados para intentar replicar la inmunidad de Ellie.
- Mes 6: el equipo alcanza una hipótesis de vacuna y empieza la etapa preclínica para probarla en modelos animales, primero en ratones y, si es posible obtener a esa posibilidad, luego en primates.
- Mes 12: los resultados preclínicos han demostrado inmunidad al hongo, por lo que se fabrica una vacuna prototipo para humanos y se realiza una prueba para respaldar que la vacuna no es tóxica
- Mes 18: de una prueba con decenas de voluntarios se salta a una prueba masiva con cientos de ellos para respaldar que la respuesta es la esperada. Toca esperar varios meses para comprobar los bienes sobre la muestra de vacunados, garantizando así que tienen una cura sólida en sus manos en vez de, por ejemplo, una infección que se mueve a otra velocidad.
- Mes 24: tras analizar dos grupos aislados, uno vacunado y otro no, las muestras obtenidas son suficientes para corroborar la inmunidad del rama vacunado al hongo, por lo que puede iniciarse la producción en masa de una cura preventiva y originarse a distribuirla, lo que probablemente se alargará unos cinco primaveras desde el inicio de la investigación con Ellie.
Sin duda habrían sido cinco primaveras duros tanto para Ellie como para Joel, que ha tenido que radicar con la idea de que la muchacha está siendo sometida a estudios constantes con la sombra de una posible crimen acechando. Más aún teniendo en cuenta que en todo ese proceso hablamos de un caso idílico apoyado en que, según la Agencia Europea de Medicamentos, el tiempo estimado para desarrollar una vacuna se mueve entre los 4 y los 7 primaveras en tiempos de paz y con financiación adecuada.
Desde esa perspectiva, las palabras de Neil Druckmann tienen otro peso. No miente al afirmar que la intención era que los Luciérnagas «pudieran poseer hecho una cura», pero incluso bajo la confianza plena en esa premisa, el doctor Jerry Anderson sigue siendo un psicópata cuyo final no supone un dilema honrado para nadie que se haya enfrentado al principal debate de The Last of Us. Está claro que no sabía lo que hacía y que Joel puede descansar con la conciencia muy tranquila. No hay límites éticos para sus acciones porque, desde un punto de pinta verificado, Joel hizo lo correcto al defender la vida de Ellie. Con ello igualmente salvó la única forma de curar a la humanidad.
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