Se le conoce como Evento Carrington y ocurrió en 1859. Lo que empezó como unas espectaculares auroras boreales que se vieron desde gran parte del mundo, en casi nada un par de días desataron el caos. Una fulgor solar había provocado la caída de los sistemas de telégrafo de toda Europa y parte de América, causando cortes de suministros e incendios. Los expertos predicen que en 2025 podríamos conducirse un evento parecido.
Aquella tormenta solar ha sido la más extenso que hemos registrado, pero no la única. En 1989 ocurrió, aunque a beocio escalera, un evento de fulgor solar que afectó en gran parte a la ciudad de Quebec, en Canadá, al provocar un corte en la electricidad que se alargó durante varias horas por los daños causados. De retornar a ocurrir a día de hoy, las consecuencias podrían ser catastróficas.
Lo que sabemos sobre el Desastre de Internet
Conocido como el Desastre de Internet, el miedo a que una tormenta solar afecte a nuestra infraestructura es un temor efectivo no sólo por lo que podría dañar en términos de infraestructura humana en la Tierra, sino incluso por cómo podría poner en peligro nuestro sistema de satélites. Gran parte de nuestros sistemas de comunicación y navegación podrían caer y, lo peor de todo, es que siquiera tenemos muy claro hasta qué punto nos veríamos afectados.
«Nunca hemos tenido uno de estos casos extremos y no sabemos cómo respondería nuestra infraestructura. Nuestras pruebas de error ni siquiera incluyen estos escenarios. Por lo tanto, frente a estos desafíos, los investigadores y científicos piden una anciano preparación, la búsqueda de soluciones innovadoras y la conciencia general frente a estos riesgos potenciales».
Dichas declaraciones, igual que el término de Desastre de Internet, se lo debemos a Sangeetha Abdu Jyothi, de la Universidad de California, y asegura que en una sociedad moderna como la nuestra, que depende de internet para servicios básicos como la banca o la navegación GPS, una caída de estas características, aunque sólo fuese durante unas horas, podría tener consecuencias catastróficas y pérdidas de hasta 11.000 millones de dólares.
Actualmente la encargo Parker de la NASA estudia los vientos solares y estos fenómenos mediante una sonda solar, pero lo cierto es que con un beneficio de aviso de casi nada 17 horas desde que se produce la fulgor y llega a la Tierra en forma de corriente eléctrica, todavía sabemos mucho menos de lo que nos gustaría sobre estos fenómenos y sus consecuencias a gran escalera.
Imagen | NASA
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