En Jurassic World, los fans descubrimos con cierto horror cómo el «ruin» de la película no sería un dinosaurio vivo, sino un T-Rex más espacioso, más rápido y con más dientes, modificado genéticamente para atraer a muchos más espectadores al parque: el Indominus rex. Al parecer, en este mundo de ciencia ficción, la idea de solo resucitar criaturas extintas hace 65 millones de abriles había pasado de moda en solo 20 abriles (la mayoría con el parque cerrado). Sin confiscación, aquella idea no fue tan ataque ni delirante como la que, abriles ayer, se puso sobre la mesa para una cuarta peli de Parque Jurásico que no vimos (por suerte).
Ahora que estamos a escasamente un mes para el estreno de Jurassic World: Rebirth, donde conoceremos a dos o tres monstruos mutantes en realidad difíciles de mirar a la cara fruto de querer retozar a ser Todopoderoso, he querido echar la paisaje a espaldas a uno de los proyectos fallidos que Steven Spielberg y su equipo barajaron seriamente en el pasado y que, indemne sorpresa final, muy posiblemente habría terminado de hundir la IP tras la desencanto comercial que supuso Jurassic Park 3, película a la que, la verdad, guardo conveniente cariño. Y es que tal y como relatan en un artículo de la BBC, en 2004 John Sayles (Lone Star) escribió un guion «medio alienado y medio brillante» para un cuarto largometraje de esta serie de ciencia ficción en la que se tenía pensando introducir dinosaurios armados hasta los dientes, capaces de tirarse en paracaídas. Sí, no me lo estoy inventando, aunque lo parezca.
Hammond quería consumir con los dinosaurios
Pero ayer de platicar más de ellos, os contamos exactamente de qué iba la trama de la película. En ella no estaban ni Sam Neill (Alan Grant) ni Jeff Goldblum (Ian Malcolm), pero sí el personaje de Richard Attenborough, John Hammond, quien servía como catalizador de la trama. Pero el Hammond que aquí conocemos está allí de ser el idealista de la primera entrega. Es cierto muy atormentado por los desastres que provocó la creación del parque. Así, y luego de que una bandada de pteranodontes irrumpiera en un partido de béisbol y con temor a lo que pueda datar a ser una gran y sombría compañía (Grendel Corporation) tras hacerse con el control de Isla Cegar e Isla Sorna, decide que ha llegado la hora de provocar una segunda acabamiento jurásica. ¿Cómo? A través de una «cepa Desleal» de criaturas genéticamente modificadas para ser estériles y enormemente agresivas que, en su mente, acabarían provocando la erradicación del resto de los dinosaurios vivos.


Para hacerlo, contrata a un asalariado llamado Nick Harris con el encargo de recuperar el lata de crema de afeitar que contenía los embriones de dinosaurio robados por Dennis Nedry ayer de vencer a manos de un Dilophosaurus en el film flamante. Es puntual aquí donde la historia da un transformación. Siempre según a los detalles del guion filtrado, tras completar su delegación Harris es secuestrado y llevado hasta un castillo medieval en los Alpes suizos, donde los nuevos propietarios de las islas — liderados por un ruin al estilo Bond llamado Baron Herman Von Drax, buscan crear y entrenar híbridos de dinosaurios (con almohadilla de Deinonychus) con ADN humano y canino con fines militares. ¿Por qué? Ni idea, pero quieren que nuestro protagonista los lidere en una delegación de rescate con rehenes en Tánger que completan con éxito… para luego resistir contra sus «creadores».
Dinosaurios bípedos con cañones de articulación
La simple idea de mezclar el ADN de estas criaturas extintas con el nuestro y el de perros ya de por sí podía provocar cierto rechazo, pero el tema se vuelve aún más disparatado cuando veas algunos artes conceptuales, supuestamente vinculados a un croquis posterior, donde estas criaturitas eran humanoides bípedos poco musculosas y, en algunos casos, con un articulación amputado para admitir armas a lo Barret Wallace en Final Fantasy VII. Una delicia, véalo mejor con tus luceros. Por supuesto, te los tienes que imaginar saltando desde un avión en paracaídas.
Conviene aclarar, eso sí, que estas imágenes no han sido confirmadas. Sí el resto del guion filtrado que nunca llegó a buen puerto como sabéis. Aún así, algunas de sus ideas sí fueron usadas por Colin Trevorrow, con muchos interesados en poder sacar un provecho marcial de la clonación y mejoramiento genética de dinosaurios tal y como acabamos viendo tanto en Jurassic World como en El Reino Caído. Ambas películas pueden disfrutarse actualmente en el catálogo de SkyShowtime.
Como correctamente apuntan desde la BBC, esta historia tenía cierto emanación a James Bond que a mí, en particular, no me desagradaba. Una historia de obra e infiltración en grandes corporaciones con dinosaurios de por medio está correctamente, pero me da repelús pensar que se pudiera favor llegado a alzar estos humanosaurus. No obstante, claro, solo era una idea y de este plan pudo favor desencajado poco más interesante de lo que hemos «sufrido» estos últimos abriles en las salas de cine.
Sea como fuere, el futuro de la franquicia lo marca este 4 de julio el estreno de Jurassic World: Rebirth donde un especie capitaneado por Scarlett Johansson debe recuperar el ADN de tres criaturas para fines farmacéuticos. Todo con un poco de aventura y supervivencia de por medio para entretenernos a los espectadores.
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