¿Recordáis la primera vez que visteis a vuestro personaje predilecto en un videojuego? Quizá fue la inmersión de Joel en The Last of Us, un padre con el que era inasequible no empatizar. O tal vez fue aquel momento en el que Cloud Strife salta de un tren y pelea contra soldados de Shinra en Final Fantasy VII (en el diferente o en su majestuoso remake). O puede que fuera cuando Kratos ignición el cuerpo de su mujer acompañado por su hijo Atreus al inicio de God of War.
Todos estos instantes son tan memorables que seguimos hablando de ellos incluso primaveras a posteriori de conocerlos por primera vez. Muchos pensaréis que estas presentaciones de personajes son difíciles de aventajar. ¡Incluso inasequible! Pero, en lo personal, existe una ambiente de inmersión que supera a todas las demás. ¿Mejor que la de Joel? Sí. Aunque me cueste decirlo, pues es uno de mis personajes favoritos.
Esta ambiente de la que os hablo pertenece al remake de Silent Hill 2 (aunque todavía aparece en el diferente, me centraré en la nueva lectura). Quizá a quienes hayan jugado esta entrega —o la diferente— les venga a la mente su protagonista, James. Y es totalmente comprensible. Su primera ambiente en ambas versiones es icónica, preparándose para entrar a Silent Hill, el pueblo donde supuestamente encontrará a su esposa Mary, fallecida meses a espaldas. Pero no, siquiera me refiero a él. Para mí, la mejor inmersión que he conocido en un videojuego es la de María (no Mary, aunque sus nombres suenen prácticamente idénticos). No sólo porque es muy inolvidable (como todas las que he mencionado antaño), sino porque desde el puesta en marcha nos cuenta -y nos oculta simultáneamente- todo lo que tenemos que retener sobre ella.


Un circunscripción distinto
Me resultan fascinantes los momentos previos al coincidencia con María. Tras las primeras dos horas del recreo, nos dirigimos al circunscripción donde, en teoría, James se reencontrará con su esposa Mary, ansiosos delante lo que está por venir más allá de la entrada a «Rosewater Park». James se pregunta: «Mary, ¿es posible que estés aquí?» Como jugadores, conectamos profundamente con este momento porque todavía nos hacemos la misma pregunta. Con cada paso que damos aumenta el suspense, mientras que el silencio invade las ensanche del parque. ¿Efectivamente encontrará a Mary en su «circunscripción distinto»?
Al entrar y pisar la bahía, la neblina se vuelve aún más densa. Hay un secreto que nos oculta. Y al avanzar por el camino donde eventualmente encontraremos a María, al principio no se distingue nulo en el horizonte. Pero lentamente una figura comienza a revelarse en la distancia. Preciso allí, en el circunscripción distinto de James y Mary.


Secretos y respuestas a simple horizonte
Cuando apareció María por primera vez, no dejaba de preguntarme cosas sobre ella: ¿Por qué está completamente sola en este circunscripción? ¿Cómo es que se comporta con tanta calma en un circunscripción tan peligroso? ¿Es incluso auténtico lo que estoy jugando? Fue como desplegar las puertas de una gran mansión abandonada, llena de intriga y secretos ocultos. Pero a la vez, todo estaba ahí, a la horizonte desde el principio, esperando ser descubierto.
Aunque parezca extraño, quizá nos parecemos más a María de lo que pensamos
Esta ambiente nos revela que María es un personaje traumatizado por la soledad. Lo percibimos en ese leve aspecto al girarse cuando James le ardor por primera vez, como si lo hubiera estado esperando todo este tiempo. En este punto de la historia aún desconocemos las razones de su presencia en ese circunscripción. Lo que sí deja claro desde el principio es que ella le estaba esperando. Y para los que hemos completado el recreo y regresamos a esta parte (sin hacer spoiler, para quienes no lo hayan jugado) nos damos cuenta de que la soledad que se nos plantea va mucho más allá de esta simple bahía.
Aunque parezca extraño, quizá nos parecemos más a María de lo que pensamos. En el fondo, todos a veces estamos esperando a determinado. Buscamos un coincidencia fortuito que nos traiga sentido, que nos haga notar vivos. La soledad que nos plantea esta ambiente refleja una gran privación humana: el sentirnos reconocidos por otros. El deportista no solo observa, sino que todavía se enfrenta a emociones propias. Porque, ¿qué hay más humano que sentirse solo?
Todavía nos muestra que María es un personaje profundamente manipulador. Logra que tanto nosotros como James cuestionemos la ingenuidad cuando dice: «No tengo pinta de ser un espíritu, ¿no?», incluso acercando su mano a James. ¿En un circunscripción descuidado, atiborrado de neblina, con monstruos y criaturas extrañas? Para mí, sí que parece un espíritu. Incluso, le recrimina a James el hecho de dejarla a espaldas cuando él decide continuar con su búsqueda: «¿Es que pensabas dejarme aquí tirada? ¿Sola? ¿Con todos estos monstruos deambulando por aquí?». Cuando lo jugué por primera vez, pensé: ¿No es esto contradictorio con la calma que mostraba al principio? ¿Por qué ahora sí muestra temor, y no cuando le esperaba sola, en una bahía abandonada y oculta en un pueblo difícil? Efectivamente no entendía nulo en ese momento. Pero, al terminar el recreo, lo impresionante fue darme cuenta que todas estas palabras, incluso las que se contradicen, encajaban y tenían un propósito veterano.


Y hay otro aspecto fascinante que quiero destacar de esta inmersión a María. Os invito a imaginar la sucesivo situación: conocéis a un completo extraño en un pueblo descuidado, y os dice que está buscando a su esposa. Pero… ella está muerta, y meses a posteriori, recibió una carta suya… Vuestra reacción, lógicamente, sería de confusión y extrañeza. Incluso James, al mencionarle la carta, empieza a convenir que su historia puede sonar extraña, pero ella le interrumpe inmediatamente para preguntarle más detalles de esa carta. Lo hace con total tranquilidad, pero a la vez provoca una sensación inquietante. Una inquietud que está perfectamente alineada con la ámbito del pueblo de Silent Hill.
Me gustaría resaltar un gran logro de este recreo: cómo lleva al deportista a sus misterios a través de una experiencia vicaria
En torno a el final del remake, hay muchas revelaciones sobre María y el pueblo de Silent Hill. No os contaré exactamente cuáles son. Pero sí que me gustaría resaltar un gran logro de este recreo: cómo lleva al deportista a esos descubrimientos a través de una experiencia vicaria. Y para ello, la ambiente de la que os he estado hablando es crucial.
Es cierto que no hemos vivido en carne propia una situación similar a la de James, recorriendo un pueblo difícil y repleto de monstruos. Pero sí que padecemos sus emociones, como la tristeza, la confusión y la esperanza. Y María es un personaje esencia para que éstas salgan a la luz. Porque cada detalle en su comportamiento, palabras que utiliza y gestos amables que muestra dan paso a la introspección.


Los desarrolladores de Silent Hill 2: Remake (y de su lectura diferente) han rematado crear un videojuego que engancha al deportista, porque en su historia miramos a personajes que nos devuelven la inspección. Mientras que nos hacemos preguntas sobre María, ella a la vez nos lleva a hacernos preguntas sobre nosotros mismos. Y el pueblo de Silent Hill sirve como el circunscripción valentísimo (y aterrador a la vez) para intentar responderlas. Porque este nos obliga a estar solos con nosotros mismos.
Silent Hill 2: Remake tenía el gran desafío de estar a la cumbre del diferente, de honrar a personajes como María, cuyo enviado marcó un antaño y un a posteriori en la novelística de videojuegos. Y os puedo afirmar con certeza que, a posteriori de veintitrés primaveras, Bloober Team lo ha vuelto a alcanzar.
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